Por: Erasmo Zuleta Bechara*

“El agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza”, afirmaba el genio Leonardo da Vinci hace más de 500 años. Hoy podríamos afirmar que no solamente es la fuerza motriz de la naturaleza, sino también de la cuarta revolución industrial, ya que, por ejemplo, los servidores de la inteligencia artificial se enfrían con este precioso líquido, el mismo con el cual somos bautizados y que también permite la vida, entre otros muchos milagros.

En Colombia tenemos una gran paradoja en cuanto al agua dulce se refiere. Aunque somos la sexta nación con más reservas de agua dulce en el mundo, para el año 2024, 1,8 millones de hogares no tenían servicio de acueducto en el país, lo que equivale a que casi 5,4 millones de personas se encontraban privadas de este recurso, y de ellas, 4,6 millones residían en zonas rurales.

Según estimaciones del Gobierno nacional, en el año 2025 las necesidades de recursos para el cierre de brechas de acueducto y alcantarillado sobrepasan los COP $126 billones. La consecución de un monto de recursos como el mencionado no es tarea fácil, ni para la Nación ni para los gobiernos territoriales. Para tener una idea, en el año 2025 los recursos apropiados del Sistema General de Participaciones (SGP) para salud, educación y agua potable ascendieron a COP $82 billones, de los cuales solamente COP $4,2 billones fueron destinados a agua potable y saneamiento.

Con este nivel de necesidades sectoriales y de apropiaciones reales, no se comprende por qué muchos analistas se escandalizan con el incremento ordenado en el SGP de conformidad con el Acto Legislativo 3 de 2024, que corresponderá a un aumento total, a pesos de 2025, de COP $38 billones para los tres sectores. Evidentemente, aun con este incremento, no es difícil suponer que los recursos para agua potable y saneamiento condenarán, durante tal vez décadas, a muchos colombianos a continuar sin agua potable ni alcantarillado.

Pero lo más grave es que, aunque el incremento en los recursos del SGP para este sector aún sería insuficiente, el proyecto de ley de competencias que reglamentaría el Acto Legislativo 3 de 2024 no ha sido radicado para discusión en el Congreso, perjudicando a estos 5,4 millones de personas que esperan poder acceder al servicio de acueducto y, otro tanto, al de alcantarillado.

Entre tanto, a nivel territorial hacemos lo que está a nuestro alcance administrativo y presupuestal para incrementar la cobertura de acueducto. Por ejemplo, en el departamento de Córdoba, el número de hogares con servicio de acueducto se ha incrementado de 349 mil en 2019 a 455 mil en 2024. En los últimos dos años hemos instalado casi 11 mil acometidas domiciliarias (con contadores), más de 500 kilómetros de redes, cinco plantas nuevas de tratamiento y hemos optimizado otras cuatro, entre otras acciones. Esto, con una inversión de COP $334 mil millones.

Son más de 40 proyectos a lo largo del departamento, en los que hemos reactivado grandes iniciativas que encontramos suspendidas, como los acueductos regionales costanero y del San Jorge; hemos finalizado con éxito las que recibimos en ejecución e impulsado más de 25 nuevas, demostrando con hechos que el compromiso con el agua y la calidad de vida de los cordobeses es real. La revolución de Córdoba está en marcha y el agua es su motor.

Sin agua no hay vida, no hay agricultura, no hay salud, no hay turismo ni cuarta revolución industrial. La solución a los problemas sociales exige prontitud y coordinación entre todos los estamentos gubernamentales.

El agua es la fuerza motriz del mundo.

*Gobernador del departamento de Córdoba y presidente de la Federación Nacional de Departamentos (FND)

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