Por: Erasmo Zuleta Bechara*
En algunas latitudes, el fenómeno de la desindustrialización suele ser considerado como un resultado del éxito del desarrollo económico de un país. Esto lo sustentan en que, una vez los países han logrado sacar el máximo provecho económico de la industria, gracias a mejoras tecnológicas y de productividad, estos logran el nivel suficiente de capital a partir del cual empiezan a demandar servicios de diferentes clases: de salud, de educación, de cuidado, de entretenimiento y turísticos. No en vano, hoy día más del 70% de las economías de Estados Unidos y de los países de la Unión Europea están compuestas por el sector servicios, seguido del sector industrial y del sector agropecuario, respectivamente.
Esta tendencia a una mayor demanda de servicios ha favorecido especialmente al sector turismo en el país. Así, por ejemplo, mientras para el año 2024 las exportaciones de Colombia del sector turismo (medidas por servicios de pasajeros y de viajes) fueron de USD 10.220 millones, las de un bien tan representativo del país como el café fueron de USD 3.393 millones, mientras las de carbón fueron de USD 7.106 millones. Lo que es lo mismo: en 2024 las exportaciones de turismo fueron tres veces las exportaciones de café y 1,4 veces las exportaciones de carbón.
Este comportamiento en 2024 contrasta con el de las últimas dos décadas. Por ejemplo, durante la década del 2001 al 2010, las exportaciones de turismo fueron 1,6 veces las exportaciones de café y 0,7 veces las exportaciones de carbón; mientras que en la década de 2011 a 2020 las exportaciones de turismo fueron 2,1 veces las exportaciones de café y 0,8 veces las exportaciones de carbón. Esta perspectiva histórica del turismo nos confirma que el ímpetu del sector en los últimos años es sobresaliente y bien puede considerarse como un sector que, en unos años, podría reemplazar las divisas que el país recibe por exportaciones de petróleo, que a 2024 alcanzaron los USD 15 mil millones.
Pero el sector turismo, a diferencia del minero-energético, por ejemplo, se caracteriza porque democratiza la generación de riqueza en el país a lo largo de diferentes sectores económicos, y algo que es muy importante: democratiza la generación de riqueza a lo largo y ancho de todas las regiones. Sobre este último componente, el de la democratización regional de la generación de riqueza del turismo, sobresalen en los últimos meses los resultados obtenidos por la región del Golfo de Morrosquillo, conformada por los departamentos de Córdoba, Sucre y Bolívar, exceptuando Cartagena.
Es así como, en el acumulado a agosto de 2025, entre las 13 entidades territoriales analizadas por el DANE, la región del Golfo de Morrosquillo fue la de mayor crecimiento en Colombia de los ingresos reales de los establecimientos de alojamiento, con una tasa de crecimiento del 9,0% con respecto al mismo período del año anterior, mientras que en el país se presentó una caída consolidada del 2,1%. Un comportamiento similar se presentó con respecto al personal ocupado por el sector en la región. Esto es una verdadera democratización de la generación de riqueza a nivel regional.
Pero, así como en su momento se defendió e impulsó el sector cafetero en Colombia, también debemos proteger e incentivar al sector turismo. Factores como la seguridad del territorio, la mejora en infraestructura aeroportuaria, vial, marítima y de servicios públicos, y la conectividad, requieren el trabajo articulado y conjunto entre la Nación, las entidades territoriales y el sector privado.
Como gobernante, entiendo las afugias fiscales del presupuesto, pero la dinámica, el potencial y el factor democratizador de riqueza del sector turismo merecen que se impulse una agenda integral de desarrollo y protección del mismo.
*Gobernador del Departamento de Córdoba y Presidente de la Federación Nacional de Departamentos