Por Juan Rincón Vanegas @juanrinconv …. Especial para nuestros lectores de Revista EXPECTATIVA 44 Años.
El 29 de septiembre de 2001 murió Consuelo Araujonoguera, quien supo darle la importancia a los juglares que se encargaban de entregar sus correos cantados por toda la geografía costeña. Desde 1968 todo lo llevó al Festival de la Leyenda Vallenata donde un hombre de 49 años llamado Alejo Durán Díaz, procedente de un pueblo llamado El Paso, cantó que en su pedazo de acordeón tenía el alma prendida. Es más, exaltó a Alicia María Cantillo Mendoza a quien su colega Juancho Polo Valencia adoró mucho.
‘La Cacica’, visionó la importancia de la música vallenata que tiene como compañeros a paseos, merengues, sones y puyas, donde cada acordeonero a su manera expresaba lo que le dictaba su corazón. Para ella, la música representaba mensajes de paz, fraternidad y alegría, siendo fundamental para consolidar este género como identidad de Colombia.
Definir a Consuelo Araujonoguera en pocas palabras no es nada fácil porque tenía claridad en sus conceptos, disciplina, planificación, visión, amor a lo suyo, a lo que sumaba su aporte a la consolidación de la música vallenata.
Sus palabras siguen sonando y se valora todo su aporte. “Aquí creamos y pusimos en marcha la defensa musical de nuestros propios valores y el sólo hecho de que después de 1968, cuando se llevó a cabo el Primer Festival de la Leyenda Vallenata, hayan surgido en toda Colombia muchos más; similares, parecidos, semejantes y en la mayoría de los casos exactamente iguales en contenido y mensaje, es es la refrendación inequívoca de lo que hicimos fue un acierto y lo sigue siendo como factor de unidad étnica y de aglutinamiento espiritual. Y esta, mejor que cualquiera es otra de las muchas conquistas que ha logrado el Festival de la Leyenda Vallenata”.
Nació mi poesía
Entre los hechos que hicieron historia está el Festival de la Leyenda Vallenata del año 1981, en el concurso de la canción vallenata inédita. En aquella ocasión el primer puesto fue declarado desierto. En consecuencia, el segundo lugar le correspondió a la canción ‘Nació mi poesía’ del compositor Fernando Dangond Castro, y el tercero a la obra ‘La superación de un hombre’ de Enrique Acosta Rada.
El jurado estuvo integrado por Jaime Olivella Celedón, Fausto Cotes Núñez, Alberto Herazo Palmera, Luciano Dangond Guerra y Enrique Cabas Pumarejo.
Pasados 19 años, exactamente el 24 de febrero del año 2000 mediante la resolución número 054 firmada por Consuelo Araujonoguera, presidenta de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, se revocó la decisión del jurado y se declaró como la canción ganadora, teniendo en cuenta lo siguiente. “Rectificar como nos corresponde, el error cometido y hacer un acto de justicia con la canción ‘Nació mi poesía’ que fue despojada del título que realmente le correspondía”.
Agradecimientos
El médico y compositor Fernando Dangond Castro, sobre este acontecimiento único en la historia del Festival de la Leyenda Vallenata, anotó. “Era muy joven y la canté acompañado del grupo de guitarras Los Kankuis. El publicó me ovacionó, pero el jurado me dejó en el segundo puesto sin haber ningún ganador. Fue un veredicto fuera de lo común, sin lógica numérica, pero lo acepté. La idea era presentar una canción pegada a las entrañas de nuestro amado folclor vallenato y eso se logró”.
Continuó con su relato. “Pasados muchos años y cuando menos lo esperaba teniendo la vocería de Consuelo Araujonoguera, me otorgaron el primer puesto. Eso fue un evento bonito donde agradecí la decisión al declararme como Rey de la Canción Vallenata Inédita del año 1981. Me emocioné mucho por ese gesto de nobleza y generosidad. Definitivamente, Consuelo Araujonoguera entregó su corazón y su alma por nuestro amado folclor vallenato”.
La canción ‘Nació mi poesía’ ya se había consolidado en la voz de Jorge Oñate y el acordeón de Juancho Rois. “Nació mi poesía, como las madrugadas en mi pueblo, ardientes, puras y majestuosas. Mis versos viajeros y libres como el viento, cual astro fugaz del firmamento, en la noche hermosa”.
Consuelo Araujonoguera hizo posible que se le diera el valor a aquella canción escondida en el baúl del ayer, para ponerla en el más alto pedestal del folclor vallenato, y se pudiera cantar. “Porque el folclor de mi Valledupar, donde el amor nace en mil corazones, se eternizó en el alma del Cesar, en la alegría de mil acordeones. Ya no hay casitas de bahareque, se llena el Valle más de luces, no venden ya arepitas, queques, merengues, chiricana y dulces”.
Hace 24 años Consuelo Araujonoguera partió de la vida, dejando una frase premonitoria publicada en El Espectador el 8 de marzo de 1969. “Con el tiempo el vallenato se tomará el mundo”. Ella predijo la expansión global de la música vallenata. Como olvidarla si ella puso la tarea que se sigue cumpliendo al pie de la letra.
Consuelo Araujonoguera, sigue siendo recordada por todas sus hazañas irrepetibles, por haber sido ‘La Cacica’, ‘La Pilonera Mayor’, ‘La Mamá Grande del Vallenato’, Ministra de Cultura o ‘La novia del Valle’, esa que describió de la mejor manera el compositor Wiston Muegues Baquero. “Los vallenatos quedamos en mora, de hacerle un homenaje a la señora, que fuera en vida la novia del Valle, llevó en el alma este folclor tan bello, lo recibió cuando era pequeño le dio su vida hasta volverlo grande”.
Hoy más que nunca se añora a Consuelo, la mujer que le tenía miedo al mar, a los aviones, al dinero y que le gustaba el Salmo 103. “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre”.