Por Juan Rincón Vanegas

Corría el mes de noviembre de 2013 cuando José Zequeda, manager de Diomedes Díaz, me llamó para que acudiera a hacerle una entrevista acordada previamente al artista. El sitio era el estudio de grabación, pero al llegar, y después del saludo protocolario, “El Cacique de La Junta”, quien se tomaba un jugo, se arrepintió y me dijo terminantemente: “Date una vuelta”.

No había alternativa, Diomedes comenzó a dar órdenes sobre la canción que estaba en la consola, la cual se aprestaba a cantar minutos después.

En ese momento, el hijo de Rafael Díaz y Elvira Maestre, quien nació la noche del domingo 26 de mayo de 1957, exactamente, el día de San Felipe de Nerí y Santa Mariana de Jesús, estaba en su mundo. Al salir del estudio de grabación, el chofer del vehículo que me esperaba manifestó: “Con la cara que trae, creo que no se logró la vuelta”.

Efectivamente, la entrevista quedó para otro día, pero ese día nunca llegó porque la muerte lo llamó, precisamente un domingo: 56 años, seis meses y 26 días después de haber nacido en La Junta, La Guajira.

 diomedes 1

Miedo a la muerte

 Diomedes se despidió de la vida, y como le tenía miedo a la muerte, ella no lo asustó, sino que llegó cuando estaba dormido. El temor de Diomedes por la muerte lo había manifestado en canciones, en entrevistas y, hasta a su familia.

“A mí la muerte me afectaría, porque no sé para donde voy. A diario pienso en la muerte. No quiero morirme, le saco el cuerpo a cada ratico. Si fuera que yo supiera que de verdad uno sirviera más muerto que vivo, me muriera hoy. Enterrao, abajo de la tierra y con estos calores que hacen ahora. No me gustaría morirme, ni de viejo. Por cierto, que cuando yo llegue a viejo, ya la ciencia estará un poco avanzada y esa es la esperanza mía”, dijo Diomedes Díaz en una célebre entrevista concedida a Ernesto McCausland.

 

Cantando y verseando

 Desde muy joven, “El Cacique” fue un soñador que tuvo el talento necesario para convertir esas historias en canciones que le dieron mayor identidad a la música vallenata.

 Esta vida que yo tengo

es muy bonita, es muy bonita

pa” que no se me acabara

fuera bendita, fuera bendita.

Pa” poder vivir cerquita

de las cosas que más quiero,

que no me pusiera viejo

pa” estar siempre jovencito.

Cantando, cantando,

cantando versos bonitos.

 

Crónica completa en  http://www.lavallenata.com/2013/12/30/cronica-las-vueltas-de-diomedes-diaz-por-juan-rincon-vanegas/

Cantando y verseando

 Desde muy joven, “El Cacique” fue un soñador que tuvo el talento necesario para convertir esas historias en canciones que le dieron mayor identidad a la música vallenata.

 Esta vida que yo tengo

es muy bonita, es muy bonita

pa” que no se me acabara

fuera bendita, fuera bendita.

Pa” poder vivir cerquita

de las cosas que más quiero,

que no me pusiera viejo

pa” estar siempre jovencito.

Cantando, cantando,

cantando versos bonitos.

 

Dicharachero

 De igual manera, fueron célebres sus dichos que andaban de boca en boca como el bostediomedes 3zo. Fueron muchas las veces que sus ocurrencias hicieron reír y meditar a sus miles de seguidores.

De esa cosecha, están las siguientes: “Como Diomedes no hay otro, ese nunca nacería, y si nace no se cría, y si se cría se vuelve loco”; “Denme licor que la vida es corta y lo que no se nos va en lágrimas, se nos va en suspiros”; “Que vivan las mujeres, las dueñas de los hombres y las que nos ponen a trabajar”; “No es que el zorro sea atrevido, sino que las gallinas se van lejos”, “De La Junta pa” ca”, que vivan las mujeres, las reinas del universo”, “Estoy más contento que un muchacho en recreo, y con el raspao en la mano”; “Estoy como Toyota nuevo, pidiendo vía y corrigiendo a los malcriados”; “Virgen del Carmen, dame vida y salud, que lo demás lo resuelvo yo”; “Denme licor que el agua es pa” las matas”; “Como decía Alfonso López, el palo no está pa” cuchara”; “Los de adelante no van lejos si los de atrás se apuran”, “Las vacas pariendo y yo bebiendo” y “Mátame guayabo, ya que el amor no pudo”.

 

Hombre de corazón

 Ese mismo Diomedes Díaz, que se dedicó a hacer las cosas con el corazón y con la seguridad necesaria teniendo como estandarte su sencillez y nobleza. Así vivió toda su vida musical, hasta su última presentación en la ciudad de Barranquilla el viernes 20 de diciembre, donde comenzó con la canción “La vida del artista” y cerró con “El ahijado”. Esa noche, dejó para más adelante la canción “La plata” de Calixto Ochoa, con la que solía iniciar todos sus conciertos.

Esa memorable noche anunció que el próximo año haría dos lanzamientos de su nueva producción musical, uno en Valledupar, en el Parque de la Leyenda Vallenata “Consuelo Araujonoguera”, y en el Paseo Bolívar de Barranquilla. El tiempo no le alcanzó.

 

Un Rey triste

 En medio de todas las tristezas que acallaron su acordeón, el Rey Vallenato Álvaro López Carrillo dijo que además de las recientes canciones que entregó al lado de Diomedes, quedaron cuatro obras listas. Enseguida citó a “Festival Vallenato” (Luís Francisco “Geño” Mendoza), “Lindo poema” (Calixto Ochoa), “A mí negra” (Enrique Díaz) y “El Perro” (Diomedes Díaz).

 

Perro es un animal ingenuo,

pero le hacen coger rabia

y yo no sé por qué razón.

Pueblo tu que tienes tantos perros

esperanzado que del cielo

le llegue la protección.

 

Álvaro López no se repone del impacto que le causó la noticia de la muerte del cantante que lo escogió para que fuera su compañero musical y le moldeara la voz con su acordeón. “Diomedes tenía una sencillez única y un talento natural extraordinario. Se la pasaba diciendo que yo era excelente acordeonero y le tenía toda la paciencia del mundo. Unas veces quería demostrar mi capacidad interpretativa, y de repente terminaba la canción. Arrancábamos con otra y también paraba a mitad de camino. Ese era Diomedes, a quien su fanaticada adoraba. Tenía imán para sus seguidores”.

El Rey Vallenato 1992, quien lo acompañó en sus recientes grabaciones y en su último concierto en Barranquilla, comentó que después de versear se despidió, pero de repente regresó a cantar una canción que lo llenaba de sentimiento, donde esbozó que “los hombres buenos cuando mueren del cielo nos miran to los días”.

Esa fue su real despedida del mundo vallenato, el que le permitió estar en la cúspide durante más de 37 años, ganarse una fiel fanaticada y un Premio Grammy Latino, entre tantos galardones y reconocimientos.

 

La vuelta

 Aquella tarde de noviembre del 2013, Diomedes Dionisio Díaz Maestre no quiso hablar y en la libreta quedaron escritas las preguntas que nunca tuvieron respuesta porque “El Cacique” cambió el libreto a última hora.

No fue igual a otras veces, y especialmente a la primera entrevista sucedida el 23 de diciembre de 1983 en el Teatro Municipal de Chimichagua, Cesar, cuando contó sobre su vida y sus proyectos musicales al lado de Nicolás Elías “Colacho” Mendoza.

De todas maneras, quedó el apretón de manos, el abrazo y la lección entregada hace varios años por el filósofo cantor de la música vallenata cuando de manera acertada manifestó: “Por eso es que la vida es un baile, que con el tiempo damos la vuelta”.

 

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