La lectura sobre el informe de la Comisión de la verdad desnuda y devela las atrocidades y barbaries del conflicto armado en Colombia, donde describe los relatos de las víctimas y victimarios que horrorizan y provocan un sentimiento de vergüenza e indignación; pero, necesarios para reconstruir, sistematizar, no olvidar y difundir la verdad. Estos relatos del conflicto evidencian los alcances de la condición humana; impulsada y manipulada por relatos del desencuentro, odios e ideologías; además, la ausencia de democracia y Estado que, hacen que los derechos fundamentales sean privilegio de pocos.

En los últimos 60 años de conflicto armado han surgido todo tipo de narrativas, teorías y discursos de un lado y del otro, quienes reconocen su existencia y negacionistas. Estos últimos han construido un discurso de las consecuencias del conflicto, desconociendo sus causas y orígenes; asunto que esclarece la Comisión de la verdad. Corroborando de esta forma, la existencia de un conflicto social, económico, político y cultural, que ha tenido expresiones armadas. Un largo conflicto que ha generado una guerra de perdedores; los bandos en disputa no pudieron vencer militarmente al otro, ocasionando una degradación del conflicto, donde las víctimas principales siempre han salido de una población civil empobrecida y excluida. La estrategia de los actores armados consistió en controlar a la población civil como forma de ejercer poder sobre territorios y regiones del país; con ello, nos condenaron a vivir en guerra, como lo expresa la Comisión de la verdad: “En Colombia no ha existido una sola generación que haya vivido en un país en paz”. Reafirmado por el Centro Nacional de memoria Histórica, la cual señala que, cerca del 80% de personas muertas en el conflicto fueron civiles y el 20% combatientes. Es decir, de cada 10 personas muertas violentamente en el conflicto armado, 8 eran civiles. Para la comisión de la verdad, los principales responsables de homicidios son: grupos paramilitares con aproximadamente el 45% de la responsabilidad (205.813 víctimas). Guerrillas responsables del 27% de las víctimas (122.813 víctimas) y, agentes estatales directamente, el 12% (56.094 víctimas).

Los anteriores datos revelados por la Comisión de la verdad permiten una comprensión trascendental que encarna y representa el dolor humano, barbaries, heridas, cicatrices que se resisten a desaparecer y ser olvidadas. La Comisión insiste en la necesidad del perdón y reconciliación “Cuando una sociedad renuncia al esfuerzo de la comprensión que proviene de la inteligencia y la sensibilidad que nos enseña a reconocer al otro y a la otra, y a la naturaleza, esta se vuelve acrítica, pierde la capacidad de distinguir entre los valores que la hacen crecer en su humanidad y los antivalores que la destruyen. La cultura permeada por la violencia se vuelve un campo de disputas y expulsiones”. Al respecto, el papa hace referencia a esto cuando dice “Los que perdonan de verdad no olvidan, pero renuncian a ser poseídos por esa misma fuerza destructiva que los ha perjudicado. Rompen el círculo vicioso, frenan el avance de las fuerzas de la destrucción. Deciden no seguir inoculando en la sociedad la energía de la venganza que tarde o temprano termina recayendo una vez más sobre ellos mismos”. Por ello, es Imperioso construir una cultura del diálogo que permita convivir en verdadera paz

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