El pasado 9 de abril, conmemoramos en Colombia, el Día de la Memoria y las Víctimas de un conflicto agudo y doloroso; impidiendo construir caminos de paz que cicatricen las heridas de la guerra. Han sido pocos los avances para superar el dolor causado por una violencia degradada, lo que evita alcanzar la verdad, justicia, reparación y reconciliación. El informe de la Comisión de la Verdad devela la barbarie del conflicto armado, describiendo los relatos de las víctimas y victimarios que, horrorizan y provocan un sentimiento de vergüenza e indignación; pero necesarios para reconstruir, sistematizar, no olvidar y difundir la verdad. Estos relatos del conflicto evidencian los alcances de la condición humana impulsada y manipulada por versiones del desencuentro, odios e ideologías; además, la ausencia de la democracia y el Estado que, hacen que los derechos fundamentales sean convertidos en privilegios de pocos.

En los últimos 60 años de conflicto armado, han surgido todo tipo de narrativas, teorías y discursos; de un lado y del otro, quienes reconocen su existencia y negacionistas; estos últimos han construido un discurso de las consecuencias del conflicto, desconociendo sus causas y orígenes; asunto que esclarece la Comisión de la Verdad. Demostrando la existencia de un conflicto social, económico, político y cultural que está rodeado de expresiones armadas; generando de esta forma, una guerra de perdedores. Los bandos en disputa no pudieron vencer militarmente al otro; ocasionando una degradación del conflicto, donde las principales víctimas está en la población civil; empobrecida y excluida. La estrategia de los actores armados ha sido controlar la población civil como forma de ejercer poder sobre territorios y regiones del país; con ello, nos condenaron a vivir en guerra, como dice la Comisión de la Verdad «En Colombia no ha existido una sola generación que haya vivido en un país en paz». Reafirmado por el Centro Nacional de Memoria Histórica, que menciona que, cerca del 80% de personas muertas en el conflicto fueron civiles y el 20% combatientes.

Para la comisión de la verdad, los principales responsables de homicidios son: grupos paramilitares, con aproximadamente el 45% de la responsabilidad. Guerrillas responsables del 27% de las víctimas, y agentes Estatales directamente 12%. Estos datos revelados por la Comisión de la Verdad permiten una comprensión trascendental que encarna y representa el dolor humano, barbarie, heridas, cicatrices que se resisten a desaparecer y ser olvidadas. La comisión insiste en la necesidad del perdón y reconciliación.

En este sentido, es importante retomar las palabras del Papa: «Los que perdonan de verdad, no olvidan, pero renuncian a ser poseídos por esa misma fuerza destructiva que los ha perjudicado». En todo caso, lo que jamás se debe proponer es el olvido. Es necesario, perdonar sin olvidar; porque el olvido es la negación de la memoria histórica.

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