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Por. Cristina Espitia Rosso

Iniciamos el mes de diciembre, el último mes del año. Durante estas fechas tenemos el deseo de disfrutar de las festividades que se celebran tradicionalmente, pero sin ninguna reflexión profunda. Esta época tiene un gran significado para todos aquellos que creen y aman a Jesús, por haber traído luz, amor a ésta tierra y por ser la fuente de la energía del perdón; sin embargo hay pocos testimonios de amor, compasión, luz y perdón por parte de muchos de los seguidores de Jesús.

Colombia es un país con diferentes credos religiosos y miles de practicantes, en contraste, este es uno de los países más violentos, más inequitativos y con grandes índices de maltrato a la mujer, a los niños, a los ancianos y sin justicia social.

Hablar de equidad, igualdad, justicia, amor, en Colombia, no es visto como símbolo de cristiandad, sino como una manifestación de lo que aquí han llamado “mamertismo” con el ánimo de descalificar a quienes tienen una visión social de la realidad y han calificado de comunismo, incluso por aquellos que se pelan las rodillas rezando ante la imagen de Jesucristo. Que hipocresía, que dualidad, que incoherencia.

Vivimos en una época tan oscura, donde el respeto por la naturaleza, el deseo de vivir en paz, el respeto por el otro en su dignidad humana y como miembro de la sociedad, es motivo de ataques en el congreso de la república y desde el corazón de la misma sociedad.

Como simple ciudadana Colombiana creo que si los políticos tuvieran una mente sana, no se opondrían a proyectos que encarnan grandes ideales como la preservación de la naturaleza y la reforma agraria, por el solo hecho de llevar la contraria.

En el templo de la democracia Colombiana, hay ausencia de luz, de sabiduría, de sensatez y de respeto por el pueblo, por lo que vale la pena preguntarse: Para qué y para quienes legisla la ¿oposición? Que interpretan por oposición los congresistas Colombianos?. La oposición debería enfocarse más en el monitoreo del poder ejecutivo que en erigirse en un obstáculo irracional de los proyectos fundamentales y loables que el gobierno presenta. La incompetencia, la poca sensibilidad humana y el poder, se vuelven muy peligrosos en personas ciegas, que caminan a oscuras por este plano terrenal.

Dios bendiga a Colombia, transforme la mala conciencia de los Colombianos, elimine los malos sentimientos, la incapacidad intelectual para comprender realmente que es el bien y los valores colectivos, para que esta sociedad, la naturaleza y el congreso de la república, se acompasen en un mismo camino, que lleve a la republica a un buen puerto, donde todos podamos ser felices y donde la felicidad del otro sea la nuestra también, porque no somos seres aislados, somos parte del todo.

In formación para los lectores de Revista EXPECTATIVA 41 Años.

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