El pasado Primero de Mayo, la ciudad de Montería cumplió 247 años como territorio con historia, cultura e identidad. Ocasión para celebrar sobre el presente de una ciudad que, en medio de sus complejidades, nos llena de orgullo a quienes convivimos en ella. Momento oportuno para reflexionar y repensar lo que ha sido el pasado y presente de un pueblo construido con el esfuerzo y empuje de sus pobladores. Los retos y apuestas para continuar construyendo una ciudad capital que cierre brechas sociales con mayores niveles de inclusión, equidad y progreso social. Donde la ocupación y la preocupación sean el progreso social y humano.

Montería es una ciudad que acaba de cumplir 247 años; con una posición geográfica privilegiada y un valle fértil bañado por un río que atraviesa la ciudad y que, debemos fortalecer su integración sostenible para el desarrollo social y económico. Todo ello permite que nuestra «Villa Soñada» posea una localización estratégica; favoreciendo su crecimiento y proyección. Montería fue fundada en 1777 por Antonio De La Torre y Miranda, inició con un crecimiento lento y sufrió un estancamiento a comienzos del siglo XX, desde, cuando es creado el departamento de Córdoba y convertida en ciudad capital. En la década de los 80, la Ciudad empieza un incremento importante de su población al superar los 150.000 habitantes. Este incremento ocasionado por migraciones poblacionales de la zona rural, generado por la pobreza rural, agrícola y el conflicto armado en el sur de Córdoba; además, por las inundaciones del río Sinú en la cuenca media y baja; provocando desplazamientos. Esta complejidad social evidenció la incapacidad de respuesta de la institucionalidad territorial; precipitando un crecimiento espacial desordenado en la Ciudad; configurándose una ciudad céntrica y otra periférica; que no ha podido integrarse por falta de políticas públicas que garanticen derecho y generen justicia e inclusión social. Esto no quiere decir, que se desconozcan sus avances en materia urbanística y de inversión social; aspectos que han sido importantes, pero aún insuficientes.

En la actualidad, la capital cordobesa alberga 516.217 habitantes según el censo del Dane 2023, su pobreza multidimensional es del 27.1%; con 18.69% de NBI y 4.42% de su población en la miseria; sin embargo, en la zona rural, estos indicadores se incrementan ostensiblemente, teniendo un 45.93% de necesidades básicas insatisfechas NBI y un 14.12% en la miseria. Igualmente, más del 80% de su población pertenece a los estratos 1, 2 y 3. Una tasa de desempleo del 11.9% y la informalidad del 61.4%, lo que evidencia el avance de la pobreza. Estos aspectos, sin duda alguna, han marcado el pasado y presente de la ciudad. Un liderazgo inaugural debe tener presente estas realidades históricas con las que hemos convivido de manera silenciosa e indiferentes; es decir, existe una deuda social acumulada que debe ser la prioridad en términos de gobierno y políticas públicas en las próximas décadas.

Nuestra Villa Soñada, la llamada «Perla del Sinú», tiene un presente prometedor, de nosotros depende hacerlo posible; una ciudad donde quepamos todos con dignidad, vida buena y justa.

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